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Cáncer de próstata, el tumor más común en hombres

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El cáncer de próstata es un tipo de cáncer muy común en hombres, con una importante presencia en España. De acuerdo con los datos del Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), en 2020 se diagnosticaron más de 33.000 nuevos casos de cáncer de próstata, lo que equivale aproximadamente al 20% de los casos de cáncer en hombres y lo sitúa como el primer tumor más frecuente en varones.

A nivel mundial, el cáncer de próstata se encuentra como el segundo tipo de cáncer más común en hombres y el quinto en causar muerte en todo el mundo. Se prevé que, si se mantiene esta tendencia, el número de casos aumentará hasta un 40% en el año 2040. Esta situación se debe, no solo al envejecimiento y crecimiento de la población, sino también a la capacidad de detectar la enfermedad en sus etapas tempranas gracias a las técnicas de detección precoz.

¿Qué es la próstata?

La próstata es una glándula del tamaño de una nuez, que está dividida en dos partes denominadas lóbulos. Forma parte del aparato reproductivo masculino, y se sitúa justo por debajo de la vejiga y frente al recto.

Su función es ayudar a producir semen, junto a los testículos y las vesículas seminales. Está atravesada por la uretra, un conducto que transporta la orina desde la vejiga al exterior, a través del pene.

¿Qué enfermedades suelen afectar a la próstata?

  • Prostatitis: es una inflamación de la próstata normalmente debido a infecciones de orina, aunque a veces es por traumatismos u otras situaciones.

  • Hiperplasia prostática benigna (HPB): es un enfermedad muy frecuente a partir de los 40 años de edad. Ocurre porque se han ido acumulando daños de la glándula derivados del propio envejecimiento, y su desarrollo es por tanto muy lento. No es un factor de riesgo para desarrollar cáncer de próstata, pero se debe detectar y tratar para no sufrir sus síntomas.

  • Cáncer de próstata: es uno de los cánceres más frecuentes en el hombre, junto con el cáncer de pulmón y de colon. Hasta el final del siglo XX se consideraba una causa frecuente de muerte, pero gracias al diagnóstico temprano y a las nuevas terapias, en la actualidad ha pasado a ser uno de los cánceres que mejor se controlan en el varón.

Factores de riesgo del cáncer de próstata

No se sabe con exactitud cómo se desarrolla un cáncer de próstata, pero sí que se han determinado ciertos factores de riesgo que aumentan la probabilidad de que esto ocurra.

Es importante recordar que tener un factor de riesgo no determina que definitivamente aparecerá un cáncer. De la misma manera que no tener ningún factor de riesgo tampoco significa que nunca vaya a aparecer.

  • Edad. El riesgo aumenta a partir de los 50 años. Más de la mitad de los cánceres de próstata se diagnostican en hombres de 65 años o más.

  • Raza. Los hombres afroamericanos presentan un riesgo mayor de cáncer de próstata que los de raza blanca, y suelen presentar tumores más agresivos. Se desconoce si la causa es genética o ambiental.

  • Localización geográfica. Es más frecuente en América del Norte y el norte de Europa, y menos frecuente en Asia, África y América Latina. Aunque cada vez se relaciona más con la occidentalización del estilo de vida.

  • Antecedentes familiares. Si en la familia algún familiar cercano (abuelo, padre, hermano) ya ha padecido cáncer de próstata, el riesgo va ser más elevado que si no se tuvieran antecedentes familiares.

  • Genética. Las mutaciones (cambios anormales) que aparecen en los genes BRCA2/BRCA1, se han relacionado con más riesgo de cáncer de próstata. Pero también otras alteraciones en los mecanismos que corrigen en condiciones normales defectos genéticos (en el ADN), como MLH1 y MSH2.

  • Obesidad. La obesidad y los estados inflamatorios condicionados por una mala alimentación y falta de ejercicio, también se han visto relacionados con mayor frecuencia en el desarrollo de este tipo de tumores.

El cáncer de próstata se considera un tumor dependiente de hormonas sexuales masculinas. Es decir, que necesita de testosterona en parte para poder crecer. Por ello, parte de los tratamientos que existen para este cáncer tienen por objetivo bloquear o dejar de producir esta hormona, como veremos más adelante.

El proceso diagnóstico

Síntomas del cáncer de próstata

La presencia de síntomas es lo que se denomina como “clínica”, y suele ser lo que de manera más inmediata ayuda a iniciar el estudio diagnóstico.

En sus primeras etapas, el cáncer de próstata a menudo no da ningún síntoma. Es a medida que el cáncer progresa y se hace más grande el tumor, cuando empiezan a aparecer situaciones como:

  • Dificultad para orinar.

  • Orinar con más frecuencia durante el día y/o la noche

  • Sensación de que la orina se puede llegar a escapar, es decir, urgencia para orinar.

  • Pérdidas inconscientes de orina, o goteos.

  • Aparición de sangre en la orina o en el semen

  • Problemas de eyaculación o de erección

En caso de presentar de manera repetida estos síntomas, se debe consultar con un médico. Sin embargo, es importante recordar que ninguno de estos síntomas es específico de cáncer de próstata, sino que puede deberse a otras patologías benignas.

En los casos de tumores avanzados, pueden aparecer síntomas como cansancio y pérdida de peso. O incluso específicos de los órganos afectados como sangre en heces (por afectación del recto), dolores óseos (si se afectan los huesos), o dificultad para respirar (si se afectan los pulmones).

Los procesos del diagnóstico temprano («screening»)

A partir de los 55 años se recomienda realizar análisis periódicos de PSA, siglas en inglés de “Antígeno Prostático Específico”. Su elevación mantenida en el tiempo, y en unos niveles más altos de lo normal, puede indicar la presencia de un cáncer de próstata. Aunque hay que tener en cuenta que se eleva en todas aquellas circunstancias en las que haya una inflamación de la glándula.

  • La exploración física: el médico realizará un chequeo completo y un tacto rectal (introducir el dedo a través del recto para poder examinar anormalidades en la glándula prostática).

  • Las pruebas definitivas: el examen médico y la prueba de PSA pueden indicar si el cáncer de próstata podría estar presente, pero es necesario confirmarlo con otras pruebas para llegar a un diagnóstico definitivo.

  • Las pruebas de imagen
    • Resonancia magnética y ecografía transrectal: permiten visualizar la próstata y estructuras cercanas.
    • TAC, PET TAC y Gammagrafía ósea: permiten valorar si existe extensión de la enfermedad a otros órganos.

  • Biopsia: cuando en las pruebas mencionadas anteriormente aparezcan signos de cáncer de próstata, se deberá analizar un trozo de tejido para poder verlo más detalladamente al microscopio. Esto implica que mediante una ecografía se localiza la zona afectada, y se inserta una aguja que llegue hasta la glándula prostática. Puede hacerse a través de los músculos de la parte baja de la pelvis (periné) o a través del recto. Esa muestra se analizará en un laboratorio de anatomía patológica, donde se determina si es o no un cáncer y se aporta el resto de información necesaria para decidir el tratamiento.

Clasificación del cáncer de próstata

Necesitamos determinar el subtipo de cáncer de próstata para decidir el tratamiento, ya que normalmente cambia el pronóstico, al ser diferente el riesgo de que ese cáncer sea más agresivo y dañino.

Por el tipo celular

Dependiendo del tipo de células observadas al microscopio, el subtipo puede ser: adenocarcinoma, urotelial, escamoso o neuroendocrino.

El más frecuente es el adenocarcinoma (hasta en un 90% de casos, este es el tipo de cáncer que se va a presentar).

Por su agresividad

La escala o puntuación de Gleason es una clasificación que se hace una vez se han analizado las células tumorales al microscopio. Cuanto mayor sea esa puntuación, indica que será más probable que el cáncer crezca y se propague con el paso del tiempo. Es decir, nos da idea de la agresividad.

La puntuación de Gleason más baja es 6, que es un cáncer de grado bajo. Una puntuación de Gleason de 7 es un cáncer de grado medio, y una puntuación de 8, 9 o 10 es un cáncer de grado alto. 

Por su extensión

En función de si han aparecido o no células que han viajado desde la próstata a otros órganos, a través de la sangre o los ganglios linfáticos (los principales mecanismos de propagación, al ser sistemas que conectan todo el cuerpo). Es decir, hablamos de la presencia o no de metástasis.

  • Cáncer de próstata localizado: significa que el cáncer está completamente contenido dentro de la glándula prostática y no se ha propagado a ninguna otra parte del cuerpo.

  • Cáncer de próstata localmente avanzado: significa que el cáncer se ha extendido más allá de la próstata, pero no ha viajado a otros órganos.  Ha afectado a tejidos que rodea la próstata como pueden ser las vesículas seminales, el recto, o los ganglios linfáticos cercanos.

  • Cáncer de próstata avanzado o metastásico: significa que el cáncer que comenzó en la próstata se ha diseminado a otras partes del cuerpo, y por tanto han aparecido células malignas de la próstata en otros órganos. Esta propagación se denomina metástasis. Los órganos que más se afectan son los huesos y el pulmón, aunque puede extenderse también a otros. 

El tratamiento del cáncer de próstata

El tipo de tratamiento va a depender por un lado del tumor (tamaño, tipo y extensión), pero por otro lado del paciente (de su capacidad para tolerar el tratamiento, la edad, la presencia de otras enfermedades, la condición física…).

Se debe de poner en una balanza todos los datos para valorar el riesgo y beneficio de los tratamientos. Pero es importante por ello discutir con el paciente y la familia los tratamientos más recomendables según el criterio médico, para poder decidir juntos cuál es la mejor opción.

La mayoría de las veces, antes de que el médico llegue a una conclusión se ha discutido la situación con otros especialistas, en los llamados comités de tumores. En estos comités suelen reunirse oncólogos, urólogos, cirujanos, radiólogos, patólogos y otros especialistas. Existe la posibilidad de combinar uno o varios tratamientos, a la vez o en distintas etapas de la enfermedad.

Vigilancia activa

Implica un seguimiento estrecho del cáncer, sin iniciar un tratamiento de inmediato. El objetivo es evitar un tratamiento innecesario, con los correspondientes efectos secundarios, preservando la calidad de vida. Durante este tiempo se piden controles con PSA, pruebas de imagen. Dependerá del caso.

Si el cáncer comienza a crecer, se valorará entonces la opción de tratamiento más adecuada.

Tratamientos radicales o curativos para el cáncer de próstata

Son tratamientos cuya intención es eliminar el tumor.

  • Cirugía: consiste en extirpar la próstata, los ganglios linfáticos y posibles tejidos afectos. Es la opción más radical. El tipo de cirugía vendrá determinado por el tipo de tumor.

  • Radioterapia prostática: se puede aplicar mediante una fuente externa, desde una máquina fuera del cuerpo. O bien otra técnica denominada braquiterapia, en la que se utilizan dispositivos para introducirlos dentro del cuerpo, en una zona cercana a la próstata.

Tratamientos para controlar el cáncer de próstata

No eliminan por sí solos el tumor, pero se necesitan para evitar que las células tumorales sigan creciendo.

Terapia hormonal en cáncer de próstata

El cáncer de próstata necesita testosterona para crecer, por lo que la terapia anti-hormonal (también conocida como «castración») se utiliza para bloquear la acción de la testosterona. Y así reducir el riesgo de que el cáncer de próstata vuelva a aparecer una vez se ha tratado con radioterapia o cirugía. O retrasar el crecimiento de un cáncer de próstata ya avanzado.

Se puede emplear para reducir el tamaño de tumores grandes o de alto riesgo antes o después de una terapia curativa (radioterapia/cirugía); o bien como un primer tratamiento para los casos en los que ya hay metástasis.

  • Detener la producción de testosterona en los testículos (ejemplo: goserelina, degarelix).

  • Evitar que la testosterona llegue a las células cancerosas (ejemplo: enzalutamida, apalutamida).

  • Reducir la cantidad de testosterona y andrógenos en sangre (ejemplo: abiratenona).

Quimioterapia en cáncer de próstata

La quimioterapia sirve para debilitar directamente células cancerosas. Se ofrece normalmente cuando los tratamientos hormonales han dejado de ser efectivos.

Pueden usarse fármacos para provocar directamente su destrucción (ejemplo: docetaxel) o bien terapias dirigidas hacia determinados procesos implicados en el crecimiento de esas células (ejemplo: olaparib).

Radionúclidos en cáncer de próstata

Los radionúclidos son elementos radiactivos directamente dirigidos a una determinada molécula situada en las células tumorales, para intentar de esa manera destruirlas (ejemplo: radio, lutecio).

Tratamientos complementarios

Controlan síntomas y evitan complicaciones provocadas por el tumor y/o las metástasis.

  • Estabilizadores de hueso: son fármacos que evitan un mayor grado de destrucción ósea cuando ya están afectados los huesos por metástasis (ejemplos: denosumab, zoledrónico).

  • Radioterapia corporal:  es una opción de tratamiento para determinados síntomas provocados por el tumor o las metástasis, que pueden deteriorar mucho la calidad de vida (dolor por metástasis en los huesos, sangrados, compresiones nerviosas…).

Ensayos clínicos en cáncer de próstata

Los ensayos clínicos forman parte de la investigación oncológica. Ayudan a mejorar el conocimiento sobre el cáncer y desarrollar nuevos tratamientos, y puede haber muchos beneficios para los participantes. Consiste en administrar un tratamiento novedoso en cuanto al manejo de cáncer de próstata, pero del que se puede sacar provecho. Ya sea porque de manera aislada ese tratamiento ha demostrado eficacia en situaciones similares, o porque se quiere probar si aporta alguna mejoría cuando se emplea asociado al tratamiento habitual.

Terapias de soporte en cáncer de próstata

Durante el curso de la enfermedad, los tratamientos contra el cáncer deben complementarse con intervenciones que apunten a prevenir las complicaciones de la enfermedad y los tratamientos. El objetivo es dar apoyo a pacientes y familiares, evitando un mayor deterioro de la calidad de vida. Esto es importante, porque los hombres con cáncer de próstata pueden vivir con la enfermedad durante un largo período de tiempo.

  • Consejos dietéticos y de ejercicio: necesarios para evitar malnutrición, pérdida de masa muscular y las repercusiones de los cambios hormonales, así como el deterioro global producido por la enfermedad y los tratamientos.

  • Manejo de complicaciones como la incontinencia urinaria (dificultades al orinar tras la cirugía), el linfedema (engrosamiento de las piernas al deteriorarse el sistema de drenaje linfático cuando se extirpan los ganglios), la incontinencia sexual (frecuente tras la cirugía/radioterapia), etc. Para ello puede recurrirse a tratamientos de fisioterapia de suelo pélvico, ejercicios específicos para mejorar el drenaje linfático, rehabilitación, fármacos.

  • Terapia psicológica: imprescindible para poder afrontar mejor la enfermedad y sus repercusiones. Se debe ofrecer tanto a pacientes como a familiares.

Pronóstico del cáncer de próstata

El cáncer de próstata localizado suele poder abordarse directamente con terapias como la cirugía y la radioterapia. En los casos más avanzados, el tratamiento debe extenderse al resto del cuerpo para evitar que las metástasis se desarrollen, por lo que la quimioterapia y los tratamientos hormonales son necesarios siempre y cuando se puedan tolerar.

Es necesario, como hemos mencionado, previamente individualizar cada caso sin perder que uno de los objetivos siempre va a ser mantener la calidad de vida.

El pronóstico dependerá de las características del tumor y de la posibilidad de aplicar los tratamientos más recomendados. Cuanto más avanzado sea el tumor, al haber desarrollado más mecanismos de resistencia y ser más agresivo, más difícil será controlarlo. Y cuantas menos posibilidades de tolerar el tratamiento tengamos, al no poder usar las herramientas de las que disponemos, más probable es que la situación vuelva desfavorable.

No obstante, independientemente del diagnóstico y el tratamiento que se haya decidido, existen controles rutinarios, en los que tanto la exploración física y las analíticas como las pruebas de imagen van a estar presentes.

Oncóloga médica. Divulga sobre medicina de manera cercana y sencilla. Su trabajo se fundamenta en la Oncología Integrativa, incorporando otras especialidades para poder ofrecer una atención más completa.

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