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Resiliencia: Natalia, superviviente de cáncer de páncreas y endometrio

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Natalia, jurista y pianista apasionada por libros, viajes y series, comparte una historia llena de resiliencia sobre cómo empezó su proceso con el cáncer de páncreas y de endometrio, vinculados al síndrome de Lynch.

Serenidad como estrategia para superar un cáncer de endometrio

A los 30 años, Natalia recibió el impactante diagnóstico de que tenía cáncer de endometrio. Sin embargo, abordó esta noticia de una manera serena, ya que la doctora le comentó que tenía un buen pronóstico y altas probabilidades de curación. El tratamiento para el cáncer de endometrio consistió, principalmente, en cirugía. De manera preventiva, también recibió radioterapia adyuvante.

“La verdad es que me lo tomé de forma bastante serena, sobre todo porque la doctora que me dio la noticia me explicó que, a priori, era un cáncer tratable”.

Resiliencia frente a la recidiva; respuestas gracias al síndrome de Lynch

Cuatro años y medio después, Natalia tuvo una recidiva locorregional. El pronóstico no era favorable. Un tumor de 8 centímetros en ganglios linfáticos con un único tratamiento: cirugía. Una cirugía de gran envergadura. Tras cinco horas en el quirófano, no había rastro de células tumorales pero, al igual que la primera vez, se le administró un tratamiento adyuvante para prevenir otra posible recidiva. Esta vez recibió quimioterapia adyuvante con cisplatino y taxol.

Este segundo proceso oncológico fue más complicado, pero Natalia supo por qué ella, una mujer joven, había padecido dos cánceres: tenía síndrome de Lynch.

“En esta segunda ocasión me lo tomé con menor serenidad que la que la primera vez. Pero al mismo tiempo me dieron una noticia: yo tenía el síndrome de Lynch. Lo cual me clarifico el por qué yo había tenido dos procesos oncológicos en tan poco tiempo”.

El síndrome de Lynch es una enfermedad genética que se caracteriza por aumentar significativamente el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, entre ellos, el de endometrio.

“Saber que tengo síndrome del Lynch para mí es una ventaja porque cuanta más información tengan los médicos y el propio paciente, más se podrá llevar a cabo una prevención de futuros tumores que se puedan tener. Por ejemplo, uno de los lugares donde más afecta este síndrome es al colón y, afortunadamente, existen las colonoscopias con las que se puede diagnosticar un cáncer de colon en estadios muy tempranos”.

Un invitado inesperado: cómo empezó el proceso del cáncer de páncreas

Nueve años después, un leve dolor de estómago invita a Natalia a acudir urgencias. Así fue como empezó su historia con el cáncer de páncreas. Le diagnosticaron un carcinoma de la ampolla de Vater. Un tumor raro en el área del intestino delgado donde se juntan los conductos de la bilis del hígado y los jugos pancreáticos. Este tipo de tumor presenta síntomas, pero son de rápido crecimiento. Requería que el diagnóstico y el tratamiento fuesen inmediatos:

“Como hay poca investigación, la única opción curativa es la cirugía Whipple. La madre de todas las cirugías. Al momento del diagnóstico, si no recuerdo mal, me comentaron que solo se puede operar alrededor del 9 o el 10% de las personas porque es un cáncer de rápido crecimiento. La cirugía Whipple es tremendamente complicada y duró más de 8 horas”.

Tras la cirugía, necesitó quimioterapia. Esto le generó una mayor toxicidad. Natalia es consciente de la importancia de la investigación clínica para desarrollar nuevos tratamientos con menos efectos secundarios y, sobre todo, en tumores raros, los cuales tienen menos opciones terapéuticas. Se informa acerca de la disponibilidad de ensayos clínicos para el síndrome de Lynch y, en su momento, para el cáncer ampular (carcinoma de la ampolla de Vater).

“Me informo bastante sobre los ensayos clínicos. Me parece un mundo apasionante. Un mundo en el que habría que invertir más continuamente porque hace falta investigación y, desde luego, los ensayos clínicos me parecen un beneficio tanto para el paciente en concreto como para el conjunto de la población. Como el cáncer ampular es raro, hay menos ensayos clínicos”.

Superado el tratamiento, tocaba la vuelta al trabajo. A la rutina. Pero un tercer diagnóstico y más tratamientos con mayor toxicidad fueron demasiado y la causa de que buscase apoyo psicológico.

Psicooncología para para superar el proceso del cáncer de páncreas

Natalia agradeció mucho a sus médicos por el apoyo y la empatía que le brindaron.

“Yo lo que tengo que agradecer es que he tenido tres grandes salvadores en estos procesos oncológicos: la Dra. Cusidó, el Dr. Martínez Bueno y la Dra. Raquel Sáez. No hay palabras suficientes para agradecer a grandes profesionales pero que, además de grandes profesionales, son personas totalmente empáticas y que se vuelcan con el paciente. Desde luego que no descuidan la parte humana, que es fundamental. Tengo un agradecimiento profundo hacia mis tres doctores”.

Atravesar un proceso de cáncer raro, con una cirugía y postoperatorio muy complicados, sumado a una mayor toxicidad de la quimioterapia, era algo muy difícil. Por lo que tuvo que recurrir a la psicooncología.

“Reivindico el papel de la psicooncología porque me parece un pilar importantísimo dentro de del tratamiento contra el cáncer. Esta vez me encontraba mucho más vulnerable, así que tuve que acudir a psicooncólogas. Gracias a ellas he logrado recuperarme del todo. Ahora mismo puedo decir que he vuelto a mi vida normal, he vuelto a trabajar, he sabido afrontar mejor todo este proceso”.

Gracias a la ayuda de sus psicooncólogas, Natalia consiguió superar este capítulo para volver a sus rutinas con nuevos proyectos.

El cáncer nunca debe opacar quiénes somos ni nuestra esencia

Compartir su proceso oncológico en las redes sociales también fue una herramienta para Natalia. Una forma de conectar con otras personas que atravesaban una situación parecida.

“A raíz de mi tercer proceso oncológico empecé a hablar sobre el cáncer. Se empezaron a incrementar los seguidores y yo acudía mucho a Twitter como un punto de apoyo. Me sentía respaldada y escuchada. Yo escribía paralelamente para mí, pero contar mi experiencia en Twitter a mí me ha ayudado. Notas una red de apoyo cada día que en mi caso me resultó importante”.

Pero no es el cáncer el centro de sus inquietudes. Natalia es pianista de formación. La música es un pilar en su vida y dedica canciones a sus seguidores muy a menudo. Vive y respira arte y, actualmente, escribe dos libros: uno sobre los cánceres que ha superado y otro de espías.

“Ya no quiero basar mis redes sociales en cáncer. Lo quiero llevar por otros aspectos de la vida que me gustan como son los libros, los viajes, dar conferencias, hablar de series y, en definitiva, hablar de la vida. De la vida sin cáncer”.

La enfermedad no cambió su manera de pensar, ni sus gustos, ni quién era.

“Una cosa que he reivindicado mucho en las redes sociales es que se deje de romantizar el cáncer. No tiene nada positivo, para mí no ha tenido nada positivo. El cáncer no me ha hecho mejor persona porque yo ya era buena persona. Yo sigo siendo la que era, sigo siendo la buena persona que era. Ojalá no hubiera tenido estos tres procesos”.

Un mensaje para pacientes oncológicos y, en especial, a personas que tienen síndrome de Lynch

Natalia recomienda que se hagan un test genético oncológico las personas con un historial familiar de cáncer. Para conocer si existe alguna mutación relevante, como el síndrome de Lynch.

“Saber que tienes un síndrome, que tienes una mutación genética, hace que los protocolos de prevención sean mayores. Que te diagnostiquen de síndrome de Lynch supone que tengas revisiones, continuamente se realicen las pruebas protocolizadas y que eso permita que nunca llegues a desarrollar un cáncer o que si lo desarrolles esté en sus estados iniciales”.

“Los pacientes que hemos pasado por un cáncer decimos lo de «vive el día, aprovecha el día, no piensas tanto las cosas». En definitiva, vive y no lo decimos por decir, lo decimos porque hemos pisado el infierno y, cuando sales de ese infierno, te das cuenta de que efectivamente la vida está ahí para vivirla ahora. En ese momento es en el que me hallo ahora: en vivir la vida, en no leer nada de estadísticas y en pensar que, posiblemente, no vuelva a tener ningún proceso oncológico. Yo a lo que aspiro es a vivir la vida tranquila, vivir la vida sin pensar que puede volver a venir la enfermedad y en disfrutar el momento”.

Unimos personas y ciencia porque compartir es avanzar.

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