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¿Qué supone una recaída?

Según Morey y Greer (1989), la posibilidad de una recaída es una de las amenazas más importantes para un enfermo de cáncer. Cuando la recaída sucede, muchos pacientes oncológicos pueden interpretar que la enfermedad no tiene cura o que no hay tratamientos efectivos para ésta, pensando que si no funcionó el primero tampoco lo hará el siguiente. En estos casos sería importante hacerle llegar al paciente que pueden seguir habiendo intervenciones que posibiliten su curación o el control de la enfermedad, pero que quizá no han encontrado aún el tratamiento más indicado para su caso. También, cabría hacerle ver que la recaída no tiene por qué significar que el tratamiento anterior no funcionó, pues puede incluso que éste haya sido el que le ha mantenido sano durante todo este tiempo.

La recaída puede suponer perder los beneficios que la persona había recuperado curándose. El hecho de volver a pasar de estar sano a estar enfermo puede no resultar fácil, como tener que enfrentarse de nuevo al dolor físico, a las pruebas médicas y a los efectos secundarios de los tratamientos. Al principio de este proceso, quizás el paciente sienta que no puede más, que esta vez no será capaz. Posiblemente reviva ciertas fases del duelo que tuvo que procesar la primera vez y le invadan las mismas emociones: miedo, rabia, frustración, indefensión, desesperanza… En estos momentos sería crucial recordarle que en su día logró soportar la situación y aprendió a convivir con la enfermedad. Así es más probable que la persona recupere el sentimiento de autoeficacia. Además, quizás ese aprendizaje le sirva de guía para gestionar la recaída.

Al igual que en el primer diagnóstico, se trató de que la persona se focalizara en el presente y no en el origen del cáncer, más allá de buscar las causas de la recaída, ahora lo fundamental va a ser centrarse en lograr un buen afrontamiento del problema. Para ello convendría trabajar con el paciente en detectar qué aspectos de la situación puede controlar y qué estrategias le ayudarán a manejar la nueva aparición de la enfermedad.

¿Qué estrategias usar para afrontar la recaída?

Cada persona dispone de una serie de recursos que ha ido desarrollando en su historia de vida acorde a sus vivencias. Dentro del repertorio de un paciente con cáncer ya se encuentran estrategias que tuvo que aplicar en el pasado para afrontar la enfermedad. Sería conveniente analizar cuáles le resultaron útiles y cómo las utilizó para que le funcionaran. El hecho de haberse enfrentado anteriormente al mismo problema puede aumentar su sensación de control. Además, puede ser el momento de poner en práctica algunas habilidades que adquirió a raíz de la enfermedad y de mejorar ciertos aspectos que en su día no logró gestionar de la mejor forma. Podría ser significativo que el paciente tenga como referencia la experiencia previa y que ésta sea un factor de seguridad a la hora de tomar decisiones sobre cómo quiere vivir el nuevo proceso.

¿Cómo aplicarlas?

En los aspectos más controlables de la situación, estrategias dirigidas al problema:

  • Para reducir la incertidumbre y la desconfianza: obtener información, asesorarse a través del equipo médico, buscar segundas opiniones…

  • Para la tristeza y la apatía: planificar actividades agradables, centrarse en las cosas de la vida que no son la enfermedad. Un paseo por la playa, un ejercicio de relajación, cocinar tu plato favorito, escuchar una canción que te recuerde a algo bonito… Focalizar la atención en aquello que te gusta hará que la preocupación deje de ser el centro de tus pensamientos.

En aquello que no podemos controlar, estrategias dirigidas a la emoción:

  • Aceptar lo que te está pasando. Tolerar la adversidad y centrarte en lo importante, el aquí y ahora.

  • Tomar conciencia de las emociones negativas que sientes en esta situación, sin negarlas ni evitarlas. Entender que si las evitas, lo que a corto plazo te supone un alivio, a largo plazo te puede generar más malestar. Sin embargo, procesar estas emociones hará que te relaciones con ellas de manera más adaptativa.

Es probable que en el afrontamiento de la enfermedad la persona tenga que redirigir sus metas y reformular sus objetivos vitales.

Después de todo, se trata de que valores tu vida por encima de la enfermedad. De permitirte el sufrimiento sin dejar que te domine. De no perder la esperanza y de que cuando no te queden fuerzas para seguir, recuerdes cómo has conseguido llegar hasta aquí.

Psicóloga con máster de Psicología Clínica en Terapia de Conducta y máster de Actualización en Intervención Psicológica y Salud Mental

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2 comentarios

  1. Tuve mi diagnóstico del primario durante el embarazo y lo llevé muy bien, todo el proceso sin zozobrar. Nació el peque y todo genial. Nueve meses después mi tumor volvió en forma de metástasis ósea. No lo estoy llevando nada bien, el miedo a no ver crecer a mi niño me atenaza… El hecho de que la curación no sea posible (y a día de hoy la cronificacion tampoco) me quita toda esperanza… no sé cómo disfrutar el presente con esa losa…

    1. Buenos días Sara,

      Lamentamos que estés pasando por esta situación tan delicada.

      Ana te envía estas palabras:

      «Lamento mucho tu situación y entiendo lo duro que debe estar siendo para ti el proceso. Según nos cuentas, el primer diagnóstico lo gestionaste de la mejor manera pero ahora la desesperanza que te genera el hecho de que no tenga cura no te deja avanzar y te frustra no poder disfrutar del día a día. Muchas veces la aceptación es lo más complicado de lograr aunque sea el primer peldaño a partir del que poder convivir con la enfermedad. Quizá necesites tiempo o la ayuda de un profesional con el que poder trabajar estos miedos, tan comprensibles y que no siempre podemos afrontar solos. Espero que te sirva de ayuda y que puedas encontrarte mejor. Gracias por la valentía de haber compartido un trocito de tu historia con nosotros».

      De parte de Ana y del equipo de MatchTrial, te enviamos un fuerte abrazo.

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