¿Realmente somos conscientes de por qué es necesario dejar de fumar? El consumo de tabaco constituye un problema de salud pública y es el responsable del 33% de los tumores y del 22% de las muertes por cáncer, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Y es que el tabaco causa entre el 85 y el 90 % de los cánceres de pulmón. Además, existen otros 15 tipos de cáncer que también están relacionados directamente con el consumo de tabaco como los de cabeza y cuello, vejiga, páncreas, boca, esófago, hígado y vías biliares y estómago, entre otros.
Por qué el tabaco provoca cáncer
El humo de tabaco contiene más de 4.000 productos químicos, de los cuales, más de 250 son altamente tóxicos, y más de 50 componentes provocan la enfermedad. Estos últimos son los responsables de la formación de los procesos cancerígenos en diferentes localizaciones del cuerpo humano.
Cuando una persona fuma, estas sustancias químicas ingresan al flujo sanguíneo, y son diseminadas a través de éste hacia todas las partes del cuerpo. Muchas de estas sustancias, presentes en el humo del tabaco, son susceptibles de dañar el ADN, y esto puede provocar que las células cancerígenas se multipliquen de una manera anómala, y que deriven en un tumor.
Para los fumadores, el riesgo de padecer cáncer está determinado por diversos factores como, por ejemplo, la fecha en la que comenzó a fumar, la cantidad de cigarros consumidos al día o el estado físico de la persona. Pero el tabaco no solo afecta a los fumadores activos, sino también a aquellos que se ven expuestos al humo del tabaco en su ambiente más próximo. Los expertos en salud recuerdan que no existe ningún nivel seguro de exposición al humo.
Cómo reacciona el cuerpo al dejar de fumar
Aunque hay muchos motivos para dejar de fumar, sin duda, el más importante es el impacto positivo para la salud porque reducimos el riesgo de padecer cáncer o de contraer otras enfermedades causadas por el tabaco.
A corto plazo
Estos son algunos de los efectos positivos que experimenta nuestro organismo:
A los pocos minutos de dejar de fumar, el ritmo cardiaco y la presión arterial disminuyen
A las pocas horas, aumenta el nivel de oxígeno en sangre
A las pocas semanas, aumenta la capacidad pulmonar y se recuperan, de manera progresiva, los sentidos del olfato y el gusto
A largo plazo
Los efectos de no consumir tabaco repercuten de manera todavía más positiva en nuestra salud:
Un año después de dejar de fumar, se reduce el riesgo de padecer enfermedades respiratorias (como asma o bronquitis)
Dos años después, también se reduce el riesgo en lo que refiere a las enfermedades cardiovasculares.
A los cinco años, se disminuye a la mitad el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer (como el de las vías respiratorias, cérvix o vejiga)
Diez años después de abandonar el hábito de fumar, el riesgo de morir por cáncer de pulmón se reduce aproximadamente a la mitad al de una persona que todavía fuma.
También disminuye el riesgo de padecer un cáncer de laringe (caja sonora de la voz) y de páncreas.
Los profesionales de la salud, especialmente quienes se dedican a la Atención Primaria, realizan una importante tarea de concienciación social para ayudar a sus pacientes a dejar de fumar. Pero, además, en la lucha contra el tabaco y sus consecuencias, es necesario avanzar en la investigación clínica y aplicar los resultados en la creación de nuevas medidas. El objetivo final debe ser proteger a las personas más vulnerables, como los niños o los enfermos crónicos.
Fuentes:
Cancer.net, Quiron Salud, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades
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