A continuación te damos algunos consejos para poder afrontar un diagnóstico de cáncer.
Tu médico acaba de diagnosticarte un cáncer. Inevitablemente sientes como un escalofrío intenso te recorre toda la columna vertebral. Tener cáncer te cambia la vida, pero no solo a ti, sino a todas las personas que te rodean ya sean familiares o amigos íntimos.
Cada persona es distinta, y los tratamientos pueden afectar de formas muy diferentes a cada uno: los cambios físicos, cómo te sientes y cómo lo vives. En este artículo queremos darte algunos consejos para afrontar el reto vital que tienes por delante.
- Acude acompañado a hacerte las pruebas o los tratamientos. A muchas personas les tranquiliza tener a alguien con quien poder hablar, o que simplemente te de apoyo. Si prefieres ir solo, lo puedes hacer perfectamente.
- Expresa tus miedos y dudas. Es totalmente normal tener inquietudes sobre todo al inicio de un tratamiento. En estos momentos es importante que identifiquemos nuestros sentimientos y poderlos compartir para sentirnos mejor.
- Consulta con tu médico toda la información que necesites. No te dejes llevar por lo que has podido leer o escuchar, lo mejor es consultar con tu médico. Cuando anticipamos una situación, la mayoría de las veces nos la imaginamos mucho más grave de lo que realmente es. Conocer con exactitud los procedimientos, los efectos secundarios y las posibles sensaciones que se pueden experimentar permitirá disminuir miedos muchas veces infundados.
- Apunta los distintos síntomas que padezcas. Llevar un control te será útil para compartirlo con tu médico y escoger el mejor tratamiento.
- Utiliza alguna técnica de relajación antes y durante la realización de la prueba. Te puede ayudar la práctica de la meditación, el yoga u otras modalidades.
- Los efectos secundarios son temporales. Además, no afectan a todas las personas igual, por lo que no te fijes en la experiencia de los demás. Ten presente que mientras dure el proceso, tendrás días mejores y días peores. Si te sientes muy mal, piensa que esto pasará e intenta plantearte metas a corto plazo, vive el día a día.
- Cuida tu imagen. Cuanto mejor te veas y te sientas, más fuerza tendrás para afrontar todos los retos que se te planteen. Cuidar tu imagen, aunque requiera un esfuerzo extra, te ayudará a sentirte mucho mejor.
- No te obsesiones con el control de los síntomas. Como hemos comentado, es importante llevar un seguimiento, pero sin que se convierta en una preocupación excesiva. Estar muy pendientes de nuestro cuerpo nos puede llevar a estar más sensibles a cualquier cambio corporal y esto produce mucha angustia.
- Pide ayuda a tu entorno. Es posible que en ocasiones te resulte difícil seguir realizando de todo lo que hacías antes. Mejor pide ayuda y no fuerces tu cuerpo.
- Dedica tiempo a realizar actividades agradables para ti. Es el momento de pensar en ti primero y mimarte.
Si estás muy nervioso, coméntaselo a tu médico. Puede darte alguna medicación para reducir la ansiedad ante esta situación.
PREPARACIÓN A LA CIRUGÍA
La cirugía oncológica suele ser una intervención mayor, por lo que es necesario un ingreso hospitalario durante un tiempo variable de un enfermo a otro, que por lo general suele oscilar entre una y dos semanas.
Si la intervención es menor, como la toma de una biopsia o la extirpación de un pólipo, el paciente deberá permanecer únicamente durante unas horas en el hospital.
Estudio preoperatorio
Antes de la intervención, se suele llevar a cabo un estudio que, generalmente, consiste en un análisis de sangre y de coagulación, un electrocardiograma y una radiografía de tórax.
Posteriormente, el paciente es citado en la consulta del anestesista, que una vez valorado el estado general del paciente y el resultado de las pruebas, determinará el tipo de anestesia más adecuado para la intervención que se vaya a realizar y el riesgo del paciente para dicha anestesia.
Consentimiento informado
Previamente a la cirugía, debes firmar el documento de Consentimiento Informado. En él se debe detallar toda la información sobre la técnica quirúrgica mediante la cual vas a ser intervenido, qué riesgos y complicaciones conlleva ese tipo de intervención, qué secuelas pueden permanecer y qué recomendaciones son las adecuadas para minimizar dichas complicaciones.
En la actualidad, es habitual que tu médico te pida que leas y firmes un documento, donde consta reflejada toda esta información. En él reconoce haber recibido y comprendido la información expuesta y aceptas recibir dicho tratamiento.
Tipos de anestesia
La anestesia permite no sentir dolor durante un periodo de tiempo variable. Dependiendo de la localización y del tipo de intervención se puede precisar un tipo concreto de anestesia.
La anestesia puede ser local, regional o general:
- Anestesia local: Generalmente se emplea para intervenciones pequeñas como puede ser la toma de una biopsia en la piel. El fármaco se inyecta mediante uno o varios pinchazos en la zona donde se va a intervenir. El paciente está totalmente despierto sin sentir dolor.
- Anestesia regional: Se pierde la sensibilidad de una región del cuerpo mientras el paciente se mantiene consciente, aunque por lo general se le administra un sedante que le ayuda a permanecer relajado durante la intervención.
Un ejemplo de este tipo de anestesia es la epidural. Se inyecta un anestésico en el espacio epidural que hay entre dos vértebras de la región lumbar, en la parte baja de la espalda, para bloquear la conducción de los impulsos dolorosos que viajan por las raíces nerviosas. Se pierde la sensación de dolor de la mitad inferior del cuerpo. - Anestesia general: El paciente permanece dormido durante toda la intervención sin sentir ningún tipo de dolor. Generalmente, se induce mediante la introducción del anestésico por vía intravenosa. Durante la cirugía, un anestesista se encargará de controlar las constantes vitales del enfermo.
Fuente: AECC: www.aecc.es
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