Con motivo del Día Internacional del Ensayo Clínico, celebrado el pasado 20 de mayo, Farmaindustria ha difundido un vídeo divulgativo de tres minutos que, además de poner en valor los ensayos clínicos para combatir todo tipo de enfermedades, da las claves sobre su desarrollo, los requisitos y quiénes forman parte. Y es que solo en Europa se autorizan unos 4.000 nuevos ensayos clínicos cada año y en ellos se involucran, junto a la compañía farmacéutica promotora, autoridades, investigadores, centros hospitalarios y, ante todo, pacientes.[vc_row css_animation=»» row_type=»row» use_row_as_full_screen_section=»no» type=»full_width» angled_section=»no» text_align=»left» background_image_as_pattern=»without_pattern» z_index=»» padding_top=»40″ padding_bottom=»40″][vc_column][vc_video link=»https://youtu.be/CYmeXPqI0Nc» align=»center»][/vc_column][/vc_row]
Grandes beneficios para los pacientes
El ensayo clínico, que en la inmensa mayoría de los casos –hasta ocho de cada 10 en España– está impulsado por la industria farmacéutica, es la etapa final de la carrera de fondo que supone la investigación y desarrollo (I+D) de los nuevos medicamentos. “Esta empieza cuando identifica un primer compuesto prometedor, en la etapa preclínica, y culmina 10-12 años después, cuando, si todo ha ido bien, el nuevo fármaco se pone a disposición de los pacientes”, explican desde Farmaindustria.
Durante este tiempo se prueba la seguridad del medicamento en un pequeño grupo de voluntarios, tanto sanos como pacientes (fase 1), se evalúa la eficacia del compuesto contra una enfermedad concreta (fase 2), se emplea a un número mayor de sujetos para confirmar los resultados anteriores (fase 3) y se analiza el comportamiento del nuevo medicamento ya en el mercado (fase 4). La participación es siempre voluntaria y sólo puede hacerse después de haber pasado el procedimiento del consentimiento informado.
Aunque todo arranca en el laboratorio, la razón de ser de este proceso son los pacientes, tal y como muestra el vídeo de Farmaindustria. Gracias a los ensayos clínicos, los afectados pueden tener un acceso temprano a los tratamientos más innovadores, aún no autorizados, lo que en algunas patologías graves y cuando otros tratamientos han fracasado puede significar la propia supervivencia. Además, los pacientes contribuyen al conocimiento científico y médico que en el futuro ayudará a otros afectados y pueden beneficiarse de exámenes físicos y pruebas de diagnóstico gratuitas.
Hacia el liderazgo de la investigación clínica
España no escapa al impulso de los ensayos clínicos. El año pasado la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) dio luz verde a 629 ensayos de laboratorios promotores sobre un total de 800. A éstos hay que sumar los más de 70 ensayos iniciados en España, en dos meses, para combatir el coronavirus y que lo convierten en el cuarto país del mundo por número de estudios contra la Covid-19. De hecho, para muchas compañías, el nuestro es el segundo país preferido para realizar ensayos, solo por detrás de EE UU.
Al margen de los actuales ensayos debidos al coronavirus, existe un área de investigación preeminente en España. Los últimos datos del Proyecto BEST, que promueve Farmaindustria y en el que participan 50 compañías farmacéuticas, 54 centros hospitalarios, 13 comunidades autónomas y seis grupos de investigación independiente, revela que el área de oncología es la que más estudios aglutina (50%), lo que muestra el esfuerzo que está invirtiendo el sector sanitario en dar respuesta al cáncer. Le siguen otras áreas como inmunología, hematología, neurociencias, respiratoria y cardiovascular.
El campo de la oncología domina la investigación clínica
Los ensayos clínicos son una pieza fundamental en la innovación terapéutica y una oportunidad única para los pacientes, ya que pueden beneficiarse del acceso temprano a nuevos medicamentos (destacado)
Además de para los pacientes, los datos apuntan a que la realización de estos estudios en hospitales tiene consecuencias muy positivas para el sistema sanitario, porque los ensayos atraen inversiones económicas para los centros; para los profesionales, porque suman reputación y experiencia al complementar su labor asistencial con la investigadora, y para la industria farmacéutica, porque puede contar con profesionales sanitarios e instalaciones clínicas adecuadas para impulsar su actividad investigadora y de desarrollo de medicamentos.
Con todo, la investigación clínica de las últimas seis décadas ha hecho que la esperanza de vida en la UE se haya incrementado en cerca de 10 años. Unos estudios que han ayudado a que la tasa de mortalidad del VIH/sida haya disminuido en un 80% desde la década de los 80 y que hoy la hepatitis C pueda curarse en la gran mayoría de los casos.
Fuente: Carmen Fernandez – La Vanguardia.
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